Reconoce que no te conoces 

No te conoces, y lo sabes.  

Muchas hemos pasado por el momento en que creemos que lo sabemos todo, en que pensamos que ya nos conocemos y que sabemos gestionarnos perfectamente. Por el momento en que pensamos que nada nos afecta, o por el momento en que pensamos que nosotras simplemente somos como somos, porque sí.  

Quizás eres de las que todavía está en este punto, o quizás eres de las que ya se empezó a cuestionar todas las supuestas verdades que tú te has ido creyendo en tu vida, tengas la edad que tengas.  

¿Cuántas veces has repetido el mismo patrón? ¿Cuántas veces has sentido una emoción que no entiendes a qué viene? ¿Cuántas veces te has enfadado más de la cuenta? ¿Cuántas veces has sentido más tristeza de la cuenta? ¿Cuántas veces has sentido que una situación te supera? ¿Cuántas veces has tenido un dolor repetitivo en alguna parte de tu cuerpo que aparentemente no debería hacerte daño?  

¿Has tenido parejas que se parecían entre ellas y con las que ninguna ha funcionado? ¿Tienes siempre el mismo problema con el dinero? ¿Por mucho que busques el trabajo de tus sueños siempre acabas en lugares que no son para ti? ¿Te sientes incomprendida por tu entorno? ¿Sientes que tienes una carga desproporcionada en tu familia? ¿Tienes miedos irracionales? ¿Quieres ser madre, pero no llega el momento? ¿Tienes poca libido? ¿No acabas de encontrar el sentido en la vida que estás viviendo por mucho que no te falte nada?   

Te he puesto sobre la mesa preguntas muy variadas, tanto que realmente podrían abarcar cualquier ámbito de tu vida, y todas ellas podrías darlas por normales cuando realmente no lo son; cuando realmente son desequilibrios que pueden llegar a tener una raíz bastante común aunque de primeras parezca que nada de todo esto tiene que ver entre sí.  

Todas conocemos nuestro cuerpo físico, sabemos que debemos cuidarlo para mantenernos sanas y evitar enfermedades. También conocemos a estas alturas nuestra mente, de la que también debemos cuidar; pero aparte de estos dos cuerpos hay un tercero igual de importante y del que no se habla tan abiertamente. Éste es tu cuerpo energético.  

Todo es energía, todos estamos formados por energía y ésta tiene un papel muy importante en nuestras vidas. No la vemos, no la sentimos, pero si sabemos cómo hacerlo podemos percibirla. Puedes aprender a ser consciente de tu cuerpo energético.  

Este cuerpo, al no ser visible aparentemente, puede resultar abstracto, como puede parecerlo el cuerpo mental, pero las alteraciones se pueden ver en el día a día: vuelve a plantearte todas las preguntas que te he hecho al principio. Los cambios al trabajarlo pueden ser sutiles, pero te llevan siempre a una mejor versión de ti misma, a actuar y afrontar algunas situaciones de forma diferente, a cambiar tu forma de pensar, a mejorar tu gestión emocional, a mejorar la forma de relacionarte con tu entorno, a entenderte y conocerte más…  

Si no se trabaja, esta energía que circula por unos canales principales dentro de nuestro cuerpo se estanca, se bloquea, y esto afecta tanto al cuerpo mental como al cuerpo físico ya que están íntimamente relacionados. Por ejemplo, una emoción mal gestionada puede llevar a un bloqueo energético que acabe llevando a una afectación física.  

Trabajar tu cuerpo energético es un camino de ida tal y como lo es trabajar tu cuerpo físico, es un trabajo diario. La idea es conocer esta parte de ti para que puedas ir manteniéndola sana y equilibrada, es entender la importancia que tiene conocer tu parte energética para poder conocerte a ti al completo.   

Reconoce que no te conoces. 

Da el primer paso y empieza a dar la importancia que realmente tiene a tu cuerpo energético. 

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